Crónica del viaje a Oporto.
Empezaba bien la noche, el Liverpool se hacía dueño de la palabra «chorreo» y hacía lo propio en Anfield contra el Real Madrid, endosándole cuatro goles, uno de ellos del Niño Torres (me alegro por él) con dedicatoria a los atléticos incluída, para finiquitar la eliminatoria.
Después de unas cervecitas y unas pizzas, pusimos rumbo al Vicente Calderón, con una sonrisa de oreja a oreja y con muchas ganas e ilusión puestas en el viaje que en unas horas íbamos a emprender. LLegamos al estadio sobre las 00:30 de la madrugada del día 11, cielo despejado, 9 grados, ambiente fresco. Los primeros rojiblancos íban llegando como nosotros, y el Frente Atlético, que ya estaban allí esperando la salida de sus autocares para partir rumbo a Oporto reunidos en el bar El Parador, en la esquina de la calle San Epifanio con el Paseo de los Melancólicos. Entramos en el bar, todavía nos quedaban casi dos horas para nuestra cita, las 02:15 en la puerta 36 (Agencia de El Corte Inglés). Poco a poco se acercaba la hora, los cinco autocares fletados ya esperaban a nuestra cita, la impaciencia, la ilusión y las ganas, nos mantenían despiertos y así llegó la hora.
Todo el mundo buscaba su autocar, el nuestro (el 11) era el único que no tenía el número que lo identificaba, pero eso no era problema pues era el único autocar con tres ejes, el más grande. Entre tanto, los primeros cánticos afloraban en nuestras gargantas, los vecinos de los pisos colindantes se acordarían de nosotros.
Subimos al autocar, nos acomodamos en nuestros asientos. Los más agraciados (creo que venían de Parla), suben primero y escogen los tan deseados asientos de la parte de atrás. Colocan una bandera del Frente Atlético en la luna trasera junto a otra de Whiskey DYC, a los lados banderas de España y del toro, y la nuestra de La Grada de Torrejón. Ya tenemos customizado el bus, se tiene que ver desde afuera quienes somos los que vamos adentro.
Los cinco autocares partimos a la vez (los del Frente hace casi una hora que ya habían salido). La primera hora es casi una fiesta animado por los de atrás, cantando, haciendo bromillas y chascarrillos, bebiendo, comiendo. Nosotros les secundamos, las cuatro chicas de nuestra izquierda (voluntarias del Atleti que harían labores de Stewards en Do Dragao, para organizar a la afición rojiblanca) hablan de formar una peña, la peña Mariano Pernía Selección, creo recordar. Paulatinamente se van desvaneciendo los cánticos, el sueño aprieta, aunque luego casi nadie pegara ojo por las estrecheces del asiento que ocupábamos. En principio sólo íbamos a parar una vez, al final paramos tres veces, la última en la frontera hispano-lusa. En la primera parada, El Corte Inglés tuvo que hacer frente al pago de unos supuestos artículos desparecidos misteriosamente de la tienda/restaurante del área de servicio. Es muy difícil controlar a 250 personas a la vez.
Tras 8 horas de pesado viaje, nos desperezamos, el sol hace ya rato que asoma por la ventanilla, llegamos a Oporto a las 10 a.m. hora local (11 a.m. en España), la temperatura es buena, 14 grados. A nuestra izquierda se presenta imponente el moderno estadio Do Dragao. El autocar nos deja en una de las calles colindantes. Nos preparamos y ataviamos con las banderas, camisetas y bufandas para invadir la ciudad portuense.
Tras las primeras fotos de rigor junto al estadio, nos dirigimos al Metro do Porto. Sacamos el billete para el centro, previa ayuda de un ciudadano portuense. Nos dirigimos hacia la estación de Trindade, pero ya en el vagón otra ciudadana simpática y amable nos aconseja bajar en Bolhão, más céntrica y comercial. Subimos las escaleras de acceso a la calle entonando cánticos, los portugueses nos miran con recelo. La marea rojiblanca ha llegado, ya estamos aquí!
Un poco desorientados, enfilamos la calle hacia abajo. Nos dirigimos al centro de la ciudad para después llegar a orillas de río Douro (Duero), como lo llaman aquí. Una mujer portuguesa nos recibe a la orilla de un comercio con gritos de Porto, Porto… no le hacemos mucho caso. Seguimos nuestro camino y algunos portuenses siguen replicando, en ocasiones sin mucho respeto. Contestamos, pero con respeto.
LLegamos a São Bento, en el exterior de la estación de tren que lleva su mismo nombre, nos reunimos con varios colchoneros (algunos del Frente) que ya habían llegado. Es hora de tomar las primeras cervezas en tierras portuguesas, unas Super Bocks (las Mahous de allí). El día es fantástico, la temperatura sube paulatinamente y se va acercando a los 20 grados previstos, hace calorcito, el sol luce radiante en el cielo, un día perfecto para una gran victoria, eso es lo que todos soñamos.
Tras un rato largo en São Bento, todos decidimos bajar a la orilla del río, hacia la Plaza de la Ribera. Varios ciudadanos portuenses nos han avisado de que tengamos cuidado con los carteristas, se agradece el gesto. LLegamos a la plaza, nos hacemos varias fotos con el río, las bodegas del vinho do Porto y el majestuoso puente de Luiz I de fondo. La plaza ya es una fiesta, hace calor, la cerveza corre por las gargantas, cantamos sin parar todo el repertorio, cada vez llegan más colchoneros, hemos tomado la ciudad de Porto! Aprieta el hambre, comemos unas raciones de surtido de ibéricos de Extremadura (gracias a mi primo que lo ha traído desde Madrid). Somos la envidia de nuestros vecinos de las mesas colindantes en la terrazita del bar. Grabamos cámara en mano y tomamos fotos de la fiesta, la ilusión es grande, nuestro Atleti nos espera! LLevamos 11 años esperando este momento!
Decidimos abandonar la plaza para hacer un poco de turismo, visitamos el Puente de Luiz I, la catedral, las calles anexas que a simple vista, dan una imágen de demasiada pobreza para la segunda ciudad de Portugal. LLama la atención encontrar casas antiguas bien conservadas y a su lado casas medio derrumbadas, ropa tendida en la calle, gente vetusta pidiendo por las aceras, en general un ambiente con sabor añejo tirando a abandono en muchos lugares.
Volvemos de nuevo a São Bento buscando una sombra para hacer tiempo antes de dirigirnos al estadio. El cansancio hace mella sobre nuestros cuerpos, nos vence el sueño, pero todavía tenemos que conservar fuerzas para animar en el estadio. Sobre las 17 p.m. (18 p.m hora española), decidimos tomar el Metro dirección a Do Dragao, nos tomamos un par de Red Bull previamente, el empane es monumental. Ya en las inmediaciones del estadio el Red Bull hace su efecto, nos entonamos bastante, el sueño y el cansancio desaparecen casi por completo. Decidimos ir a la puerta por la que debe entrar el autobús del Atleti, pero desistimos tras unos minutos ya que estamos alejados de toda la masa rojiblanca, concentrada en las inmediaciones de la puerta 21, nuestro acceso al estadio. Surgen algunas trifulcas, incluso entre atléticos (a algunos no les ha sentado bien la cerveza) y algunos cruces y empujones con aficionados del Porto. Las stewards nos avisan de que no podemos acceder al estadio con comida ni bebida, ni objetos contundentes, nos dicen que tenemos que entrar ya, queda casi una hora. A la entrada nos cachean, miran hasta las inscripciones de las bufandas y banderas que portamos, las leyes de la UEFA obligan.
Una vez dentro del estadio, nos acomodamos en nuestros asientos. La espera es larga, la impaciencia nos desborda, cada vez queda menos, cada vez somos más, las gradas del sector visitante se van tiñendo de rojiblanco. Un mensaje al móvil de un amigo que está viendo la previa del partido por TV me alerta de que Forlán no está en el once inicial. La noticia corre como la pólvora entre la grada. Nadie se lo puede creer, pero el anuncio de la alineación en los videomarcadores lo confirma. Nuestras esperanzas de pasar sufren una merma importante, pero no podemos desanimarnos ahora, asi que recibimos a nuestro equipo como se merece, y al Porto con silbidos durante el calentamiento. Así llegamos al comienzo, se escuchan pitidos al himno de la Champions (recuerdos a Platini), los jugadores se dirigen al centro del campo para iniciar el choque, entonamos más alto que nunca el himno del Atleti, somos 3.000 seguidores y hemos callado a los 40.000 del Porto.
El balón rueda, el Atlético da la sensación de no quererlo, le quema en los pies y no dan dos pases seguidos. Parece que el que necesita hacer gol es el Porto. Sólo en los últimos 20 minutos de la 2ª parte, el equipo rojiblanco parece despertar. Se suceden varias aproximaciones al área del rival, incluso a Simão le escamotean un penalty claro que el árbitro no pita porque en campo contrario es muy difícil correr esos riesgos, no vaya a ser que ganen los de rayas rojiblancas (ayer de azul oscuro al completo). Una contra del Kun que casi acaba en gol de no ser porque Maxi llega tarde al balón en el segundo palo, y un tiro de Perea, son las ocasiones más claras hasta el momento. LLega el descanso con tablas en el marcador, que no en la eliminatoria que sigue a favor del Porto. Comienza la 2ª parte, el u-ru-gua-yo sale a calentar, lo coreamos. Sale el Cacha por Maxi, que abandona el terreno de juego andando, como si fuéramos ganando, incomprensible su actitud y van… indigno comportamiento para un capitán. El rubio Forlán sale con ganas de ganar el partido, pero Sinama no llega a rematar un pase en profundidad y en otra ocasión, Agüero remata de cabeza muy flojo, sin apuros para el meta Helton. La gente se empieza a poner nerviosa, sólo quedan 20 minutos y la clasificación se aleja más y más. El Atleti pierde la pelota, se desespera, el Porto se hace dueño del partido y está a punto de machacar al Atleti con varias ocasiones claras salvadas in extremis por un magnífico Leo Franco y por el palo en otra ocasión. El partido se muere, Abel da entrada a Miguel de las Cuevas y a Maniche. Éste desaprovecha una ocasión al disparar muy desviado desde 30 metros. Sus compañeros le recriminan porqué no ha abierto el juego (querrá ganarse la vuelta al club donde triunfó). Ya no hay nada que hacer, perdemos la fe y hasta perdemos las ganas de animar arrastrados por la apatía del equipo sobre el campo. El pase a cuartos se esfuma, el árbitro pita el final tras tres minutos de prolongación. Se acabó el sueño, estamos tristes y desolados, el equipo nos saluda desde el centro del campo arengados por Pablo, no lo podemos creer, hemos caído sin perder ningún partido, estábamos seguros de eliminar al Porto, y muy confiados tras los partidazos ante el Barça y el Real Madrid, pero ha vuelto a suceder, nos hemos vuelto a quedar con la miel en los labios tras 11 años esperando este momento. Ahora hay que volver cuanto antes, hay que ganar al Villarreal el Domingo para poder disfrutar de esto de nuevo, para poder luchar en la competición más prestigiosa del mundo, para soñar con alzar esa copa que el destino nos debe, la copa de Europa.
Tras casi una hora esperando en las gradas para que nos permitieran salir del estadio por motivos de seguridad, aguantando gestos obscenos, insultos y demás improperios por parte de la gran mayoría de la hinchada portuense que abandonaba el estadio, pudimos salir del recinto. Toda la gran marea rojiblanca, cabizbajos, resignados, escoltados por un gran dispositivo policial (me pregunto donde estaban cuando una hora antes del comienzo del partido se produjo una batalla campal en las inmediaciones de la puerta de acceso asignada para los aficionados visitantes), enfilamos las escaleras con dirección hacia los autocares, estacionados a unos 15 minutos.
Subimos a los autocares con el cansancio acumulado y las horas de sueño perdidas. No había apenas ganas ni fuerzas para hablar. Tras hacer el recuento de los pasajeros, partimos rumbo a Madrid con el sueño de la Champions roto en pedazos, pero con la esperanza de que la próxima temporada podamos volver a tener la oportunidad de seguir al Atleti por Europa, porque (haciendo uso del lema del Liverpool) nunca caminarás sólo.
Autor: ivanbasten
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