Se acabó el sueño de la Champions, y se acabó de nuevo cuando más esperanza e ilusión se tenía pensando que el CSKA de Moscú íba a ser un rival más o menos sencillo de superar. Las eliminatorias se ganan en el terreno de juego, no en los sorteos. Anoche el Sevilla no fue el Sevilla, y la culpa de todo no es sólo de su entrenador, Manolo Jiménez, sino que los jugadores tambien tuvieron mucho que ver. Al técnico le podemos acusar del planteamiento, cansado de decir que íban a salir a ganar y a no especular con el resultado de la ída en las ruedas de prensa anteriores al encuentro y que, como se demostró después, ese planteamiento se tornó en todo lo contrario. El Sevilla salió al partido con mentalidad demasiado conservadora, sabedores de que superaban la eliminatoria gracias al gol que consiguió Negredo en Moscú. El ritmo de la pelota era lento, no explotaban las bandas (tambien debido al trabajo defensivo del CSKA), la intensidad y la tensión no eran las propias de una eliminatoria de octavos de final de la Champions. Aún así, llegaron algunas ocasiones, pero poco a poco, el CSKA se hizo dueño del partido, llegaba con peligro al área rival y en una de esas llegó el gol del checo Necid que ponía a los rusos por delante en el marcador y en la eliminatoria. Tocaba remontada, y no tardó el conjunto sevillista en empatar el encuentro y la eliminatoria mediante un remate dentro del área de Perotti, dos minutos después.
El segundo tiempo comenzó practicamente igual que el primero, con la salvedad de que el CSKA se hizo dueño del balón y el tempo del partido. A los diez minutos, una falta lejana un poco escorada en banda derecha fue ejecutada por el japonés Honda, y se coló en la portería sevillista tras un fallo garrafal de Palop, que no logró atrapar ni despejar el balón. El Sevilla comenzó a jugar a la desesperada, con más corazón que cabeza, olvidando por el camino su forma de jugar con un juego directo, con mucha velocidad de circulación de balón y el campo muy abierto, simplificándola en colgar balones al área y querer hacer el segundo gol antes que el primero. A los rusos les bastó imponer mucha solidez defensiva, defender muy juntos y ordenados atrás para no pasar casi ningún apuro, es más pudieron aumentar el marcador a su favor. El Sevilla puso toda la carne en el asador, metiendo a Negredo, Adriano y Kanouté, pero el pírrico juego que mostró resulto ineficiente para surtir de balones claros a sus delanteros. El equipo sevillista es mejor que el CSKA y es una pena que quede eliminado de la competición, pero hay que saber perder y reconocer que el equipo que ayer jugó en el Sánchez Pizjuán no se pareción en nada al Sevilla de siempre, el Sevilla de las dos copas de la UEFA, y que el conjunto ruso jugó un buen partido y se impuso con claridad.
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